¿De qué factores dependerá la moderación de la inflación en España a lo largo de los próximos trimestres?
Eszter Wirth
Según los últimos datos del INE, la tasa de inflación interanual medida a través del IPC general se situó en el 6,1% y la subyacente en el 2,4% en enero de 2022 en España, ambas muy por encima de las cifras contabilizadas en los últimos 30 años.
Los subgrupos del IPC que más han contribuido a la inflación fueron los alimentos (ponderación del 17,6% y variación anual del 4,8%), la electricidad, gas y combustibles (5,2% y 39,6%), y la utilización de vehículos personales (1,6% y 15,2%). Por tanto, la clave para reducir la inflación –tanto en la UE como España- reside en los precios energéticos.
Sin embargo, la razón principal del repunte del valor del petróleo desde 2021, y de su bien sustitutivo, el gas natural, es el desajuste entre la demanda y la oferta de hidrocarburos. Mientras que la demanda se ha recuperado progresivamente, a medida que las economías reabrían, la oferta crece a menor ritmo debido a su inelasticidad. Esto se debe a la escasez de inversiones para la exploración de nuevos pozos previas a la pandemia. Los bajos precios hidrocarburíferos registrados entre 2015 y 2019, unidos a los planes de descarbonización de muchos países occidentales, desincentivaron estas inversiones. La amenaza de invasión de Ucrania por Rusia ha añadido más presión sobre el mercado del gas y del petróleo en los dos primeros meses de 2022.
España importa un 8,7% del gas y un 4,6% del petróleo de Rusia, pero depende de las importaciones de gas desde Argelia, que cerró el gasoducto Magreb-Europa debido a conflictos diplomático-territoriales con Marruecos y ahora solo bombea gas directamente a través de la ampliación del gasoducto Medgaz.
No hay que olvidar que los hidrocarburos sirven como inputs para fabricar bienes indispensables para muchos sectores, como gasolina, plásticos, detergentes, asfalto, fertilizantes, etc. De ahí el efecto contagio en otros sectores, como la agrícola, que necesita fertilizantes, pesticidas, abono y gasolina.
Una posible subida de tipos de interés por parte del BCE no será capaz de contener la inflación al no atacar una de sus grandes fuentes, el suministro de hidrocarburos. Tampoco solucionaría las disrupciones en las cadenas globales de valor ocasionadas por la pandemia. En todo caso, suponiendo que el conflicto en el Este de Europa se quedara en una guerra fría, la inflación interanual podría moderarse a partir de primavera por un simple factor matemático, pues en 2021 los meses de marzo, abril, octubre y diciembre fueron los que registraron tasas intermensuales más altas.
Jorge Díaz-Lanchas
De acuerdo a la última proyección del FMI, se espera que España termine 2022 con una inflación media anual de 1.6%. De ser éste finalmente el caso, esta tasa de inflación supondrá una importante moderación respecto de la inflación media de 2021 (2,2%). Aún con ello, estas tasas medias de inflación para 2022 pueden esconder una importante volatilidad a lo largo de los siguientes meses y trimestres.
Esta volatilidad en la inflación dentro de 2022 se deberá, por un lado, a un propio efecto estadístico creado por el propio cálculo de las tasas interanuales de inflación. Esto quiere decir que, si para cada mes de 2022 calculamos la tasa de crecimiento de los precios respecto del mismo mes del año pasado (tasa interanual) obtendremos valores de la inflación muy elevados para los primeros meses de 2022. Este resultado será consecuencia de que en los mismos primeros meses de 2021, la inflación fue muy reducida. En otras palabras, para el primer semestre de 2022, hacer comparaciones interanuales con 2021, llevará a tasas abultadas de la inflación porque estos meses de 2021 se caracterizaron por un inflación muy pequeña casi cercana a tasas negativas. Posteriormente, para los meses desde junio a diciembre, dado que la inflación en 2021 empezó a despuntar, calcular las tasas interanuales en estos próximos meses de 2022 posiblemente conlleve caídas de la inflación.
Por otro lado, tenemos los componentes económicos y geopolíticos de la inflación. Respecto de los determinantes económicos, cabe esperar que la relajación de la política monetaria del BCE reduzca levemente la demanda de modo que los precios puedan ir aminorándose poco a poco para finales de 2022. A este efecto, habrá que sumarle el agotamiento de la política fiscal, tanto desde el presupuesto nacional como desde los fondos europeos. Aunque seguramente este agotamiento tenga lugar muy a finales de 2022 para ir tomando forma a lo largo de 2023.
Sin embargo, lo preocupante serán los elementos geopolíticos de la inflación. A medida que el conflicto ruso-ucraniano se recrudezca, veremos mayores problemas a la distribución de energía en Europa, principalmente a través de una menor llegada de gas ruso. En esta situación, aunque España no sea un principal importador de gas ruso, lo cierto es que la escasez de gas que habrá en Europa repercutirá en una subida generalizada de los precios europeos del gas y, por ende, de la electricidad, pues esta última es altamente dependiente del uso del gas en los ciclos combinados de energía. Esta escasez de gas ruso, además, implicará que el resto de países europeos que dependan de ese gas, busquen a otros socios exportadores de gas de los que sí depende España y que se localizan principalmente en el norte de África. Este cambio en la demanda llevará a que aquellos países que tradicionalmente exportan gas a España, suban sus precios ante una demanda creciente. Ante esta situación, la inflación española a lo largo de 2022 se vería muy negativamente afectada como consecuencia de este nuevo encarecimiento energético.
En función de la evolución y relevancia de los elementos estadísticos, económicos o geopolíticos, iremos viendo una inflación cambiante y muy sujeta a incertidumbre a lo largo de 2022. En mi opinión personal, los elementos geopolíticos mantendrán la inflación previsiblemente alta en 2022 aunque a menores niveles que 2021 gracias a los efectos estadísticos de las tasas interanuales.