El frágil acuerdo post-pandémico de la OPEP +

La evolución del mercado del petróleo se asemeja a una montaña rusa desde el arranque de la pandemia. Tras haber registrado un desplome del 70% en primavera de 2020, desde finales del mismo año el crudo no ha dejado de cotizar al alza, sobrepasando los niveles que alcanzaba antes de la pandemia.

El frágil acuerdo post-pandémico de la OPEP +
Photo by Zbynek Burival / Unsplash

La evolución del mercado del petróleo se asemeja a una montaña rusa desde el arranque de la pandemia. Tras haber registrado un desplome del 70% en primavera de 2020, desde finales del mismo año el crudo no ha dejado de cotizar al alza, sobrepasando los niveles que alcanzaba antes de la pandemia. A principios de julio de 2021 el barril registraba precios por encima de los 77 dólares, una revalorización del 70% en un año.

Dicha alza constituye una amenaza para la recuperación económica global post-COVID y contribuye al incremento de los precios en varias economías desarrolladas, como EEUU, Reino Unido o la eurozona. De hecho, en España los precios de la gasolina alcanzaron su máximo en siete años debido al incremento del coste de la materia prima en las últimas semanas. Por tanto, muchos líderes occidentales pedían a los principales productores hidrocarburíferos que aumentaran la oferta, entre ellos Joe Biden.

Sin embargo, la respuesta a sus plegarias se hizo esperar por parte de la OPEP+, una organización intergubernamental que agrupa a 23 países productores de petróleo: los 13 países pertenecientes a la OPEP más otros diez países colaboradores, entre los cuales destaca Rusia y otras exrepúblicas soviéticas. El año pasado, tras el desplome de la demanda y de los precios del crudo en la primera ola de la pandemia, sus miembros decidieron recortar los niveles de producción en casi 10 millones de barriles diarios. La suavización de las restricciones de movilidad social tras la primera ola dio un empuje al sector del transporte y a las industrias, y la demanda del crudo ha ido recuperándose.

Los miembros de la organización comprendieron que necesitaban incrementar la producción de crudo ante la aceleración de la demanda, pero los Emiratos Árabes Unidos (EAU), uno de los miembros más influyentes del grupo, quería incrementar su cuota de producción por encima de lo acordado en abril del año pasado. El país había invertido miles de millones de dólares en ampliar sus infraestructuras de producción y operaba con una capacidad ociosa de casi el 50% según oficiales emiratíes. El objetivo de los EAU es incrementar la producción de crudo antes de que los países occidentales y asiáticos aceleren sus procesos de descarbonización e invertir los ingresos petroleros en nuevos sectores con el fin de diversificar su economía.

No obstante, Arabia Saudí, el líder de facto de la OPEP, ha dado prioridad a los precios en detrimento de la cuota de mercado y consideró las demandas de EAU provocativas. De hecho, EAU hasta amenazó con salir de la organización. Ambos países actuaron como aliados estratégicos durante décadas, pero Abu Dabi desea salir de la sombra de su “hermano mayor” y competir contra él. De hecho, los desacuerdos entre ambos países no se reducen a dichas negociaciones dentro de la OPEP, sino que engloban cuestiones diplomáticas y geopolíticas complejas, como la guerra de Yemen, sus respectivas relaciones con Israel y Catar, o la gestión de la pandemia. Además, ambos países compiten por atraer multinacionales para convertirse en centros de negocios y turísticos en la región y superar su dependencia del sector hidrocarburífero.

No es ni mucho menos el primer desacuerdo entre miembros de la OPEP+. Desde una perspectiva histórica, los miembros de la OPEP han protagonizado guerras, como la guerra de ocho años entre Iraq e Irán en los años 80 o la invasión de Kuwait por parte de Iraq en 1990, una de las peores crisis sufridas por la OPEP. Arabia Saudí acusó a Catar de apoyar el terrorismo islamista y la crisis diplomática terminó con la salida de Catar de la OPEP en 2019. El año pasado Arabia Saudí y Rusia protagonizaron una riña que exacerbó el desplome de los precios del crudo durante la primera ola pandémica, aunque resolvieron sus diferencias rápidamente.

Esta vez Arabia Saudí cedió tras dos semanas de arduas negociaciones y dio luz verde al aumento de la cuota de producción de EAU: aumentará desde 3,168 millones de barriles diarios fijados en abril de 2020 hasta 3,5 millones a partir de mayo de 2022. Otros grandes beneficiados son el propio Arabia Saudí y Rusia (desde 11 hasta 11,5 millones de barriles diarios cada uno), Iraq (desde 4,653 hasta 4,8 millones) y Kuwait (desde 2,8 hasta 2,9 millones). En conjunto, los 23 países exportadores de petróleo han acordado incrementar la producción de crudo en 400.000 barriles diarios cada mes desde agosto de 2021 hasta diciembre de 2022 en principio.

Los mercados han recibido la noticia con caídas en el precio del crudo, tanto el Brent como el West Texas cayeron un 7% el 19 de julio, hasta los 69 dólares/barril, niveles vistos en mayo. Ahora bien, el mercado del petróleo no ha sido el único en registrar pérdidas, las principales bolsas y mercados de materias primas se vieron azotados por el miedo a la expansión de la variante delta del coronavirus.

Pese al acuerdo y la relajación de tensiones entre los saudíes y los emiratíes, la OPEP ha sufrido dos episodios de enfrentamiento entre sus principales países miembros en tan solo 15 meses, lo que augura retos futuros para la gestión del mercado hidrocarburífero en un entorno de transición energética.

Durante los próximos años pospandémicos se prevé un aumento de la demanda global hasta alcanzar su pico y decrecer paulatinamente. En este contexto varios miembros de la OPEP, como EAU o Iraq, desearían maximizar sus ingresos petroleros en vez de dejar la materia prima sin explotar hasta que su demanda mundial caiga. Sin embargo, el líder de la organización prefiere incrementar la producción de forma gradual para evitar precios desorbitados que puedan dañar la recuperación económica global e incentivar a los países consumidores a acelerar sus transiciones hacia energías verdes.