Invasión de Ucrania. Una reflexión económica básica.
Con independencia de quién la origine o en dónde, cualquier guerra es un grave problema económico para los países implicados, e indirectamente, para todos los que tengan algún tipo de relación económica con ellos ¿Qué ocurre con la invasión de Ucrania?
Los países de la Unión Europea se están viendo afectados directamente: por la dependencia energética que, en mayor o menor medida, tienen de Rusia; porque desde Ucrania se importaban numerosas materias primas, entre ellas cereales o aceite de girasol, que son fundamentales para ciertos sectores y; por último, porque la inestabilidad económica siempre afecta a los mercados financieros, lo que genera un nerviosismo que no siempre tiene razón de ser.
Es verdad que repercutirá en nuestras economías quizás tengamos que: coger menos un coche; reducir el consumo de electricidad; diversificar el origen de algunas importaciones; enfocar la producción a las nuevas circunstancias con nuevos inputs productivos; asumir que los precios van a subir; …. Difícil, sí. Imposible, no.
Estas consecuencias que se pueden producir en los países europeos se pueden amortiguar con una adecuada combinación de políticas económicas consensuadas, tanto a nivel internacional como nacional. Esto funciona y la historia económica nos lo ha demostrado ya. El consenso y la cooperación reducirá los efectos en los productores y consumidores de la Unión y se podrá salir de esta situación en corto y medio plazo.
Frente a esto, la actual Ucrania no va a tener tanta suerte para paliar los efectos económicos del conflicto. Se están destruyendo sus recursos productivos y, especialmente, el recurso humano. ¿Cómo se va a recuperar el capital humano que se está perdiendo? ¿Cuánto tiempo se va a tardar en recuperar los recursos naturales, infraestructuras y capital físico destruido? ¿Qué pasa con el capital social que se había generado?
Como se puede ver, lo que para unos países parece una “catástrofe” porque ven disminuir su nivel de vida, en otro es la imposibilidad de mantener el desarrollo económico en el que vivían. Reflexionemos con tranquilidad, ¿qué es más importante?
Con independencia de valoraciones políticas, legales o de cualquier otro tipo con respecto a esta invasión, desde el punto de vista económico, resulta esencial que las visiones cortoplacistas que sólo miran los efectos inmediatos a nivel particular de unas naciones o persona, física o jurídica, no oculten lo realmente importante: el verdadero coste socioeconómico que está viviendo un país que hasta hace poco estaba creciendo e intentando ofrecer a sus ciudadanos una mejor calidad de vida y, tampoco lo olvidemos, las consecuencias en el propio pueblo ruso que ya, de por sí, en muchas áreas geográficas de esta nación tenían serios problemas económicos.
Poniendo encima de la mesa el compromiso que tienen los países de la Unión Europea con la Agenda 2030, se necesita urgentemente una visión económica más social y que mire a más largo plazo, donde la cooperación entre países es fundamental y donde se salvaguarden todas las posibilidades de cualquier país a su propio desarrollo económico sostenible e inclusivo.