Inversores institucionales: gigantes a la búsqueda de oportunidades de inversión en tecnología
En los últimos años los inversores institucionales (fondos soberanos y fondos de pensiones principalmente) han consolidado una nueva estrategia inversora. Tradicionalmente, estos gigantes de la inversión buscaban posiciones a largo plazo, de baja rentabilidad y bajo riesgo, siendo los bonos gubernamentales el máximo exponente de esta estrategia. Sin embargo, tras la Gran Recesión (2008), y las continuas bajadas de tipos de interés que siguieron a la misma, la composición de su cartera inversora fue profundamente revisada. Los fondos institucionales comprendieron que la inversión en bonos no estaba totalmente exenta de riesgo, y la baja remuneración de la deuda pública reducía cada vez más las rentabilidades de las inversiones. De este modo, de forma gradual comenzaron a incorporar a su cartera otro tipo de activos, a menudo llamados activos alternativos, destacando particular de las inversiones en activos tecnológicos. Esto supuso un cambio profundo en la manera en la que los fondos soberanos percibían el riesgo, y también sobre las rentabilidades esperadas. Además, en numerosos casos tuvieron que modificar su mandato, su estructura y sus equipos.
Desde ICEX-Invest in Spain el Center for the Governance of Change del IE hemos realizado una investigación pionera para conocer en profundidad el comportamiento de los fondos soberanos y fondos institucionales en su interés por activos tecnológicos. Cabe recordar que los fondos soberanos son vehículos institucionales propiedad de los Estados y alimentados bien con los ingresos derivados de las materias primas o bien con los ingresos derivados de exportaciones. Aunque algunos fondos soberanos operan con objetivo de estabilización económica (compensando ciclos fiscales como el fondo de Chile), la mayoría de ellos son inversores estratégicos. Esto quiere decir que en la medida en la que estos fondos institucionales son de naturaleza pública, actúan como correa de transmisión de las políticas gubernamentales. Y estas últimas, en el caso de numerosos países que detentan fondos soberanos, están centradas desde hace años en la diversificación de las fuentes del crecimiento más allá de los ingresos procedentes de los recursos naturales. Las inversiones en tecnología encajan como un guante en esta estrategia, ya que permite a los países identificar compañías tecnológicas en diferentes sectores de actividad, e invertirlas, y, al pasar a formar parte de su Consejo de Administración, conocer de primera mano las principales innovaciones y disrupciones que se están produciendo en una industria determinada. Esto, finalmente, puede acabar atrayendo la compañía tecnológica hacia el país, incorporándolo a su tejido empresarial, facilitando la buscada diversificación productiva.
Su entrada en cualquier sector de inversión o tipología de activo no es un asunto menor, habida cuenta que únicamente los fondos soberanos tienen de forma conjunta bajo gestión más de 8 billones (trillions anglosajones) de dólares. Es por ello que el hecho que estos fondos se estén abriendo a realizar mayores inversiones en activos tecnológicos resulta fundamental para que las empresas innovadoras alcancen escala y tengan el impacto deseado en los tejidos empresariales. Los fondos soberanos operan a este respecto a través de dos vías. Pueden realizar operaciones directas, como por ejemplo el Public Investment Fund (PIF) de Arabia Saudita, que invirtió 3.500 millones de dólares en la estadounidense Uber, o el emiratí Mubadala que hizo lo propio en la española Glovo (permitiéndole alcanzar el estatus de unicornio o valoración superior a 1.000 millones de dólares). La segunda manera de entrada es la inversión como LP (Limited Partner) en fondos de venture capital, esto es invirtiendo en estos propios fondos que a su vez invierten en startups su cartera de participadas. Por ejemplo los dos fondos anteriores invirtieron en Vision Fund, propiedad de Softbank, el mayor fondo de tecnología del mundo, como LPs. Por tanto, la llegada de los fondos soberanos al sector tecnológico presenta numerosas ventajas: permite a las compañías el acceso a una vía adicional de acceso al capital que les permite ganar escala y acceder a mercados globales; y permite a los fondos de venture capital tener una vía adicional de financiación (junto a otras como family offices o fondos gubernamentales), e incrementar su tamaño y ambición de las operaciones que realizan. En términos generales podría decirse que capitalizan y dinamizan la disrupción tecnológica acelerando los procesos de destrucción creativa.
De acuerdo con nuestras investigaciones, hasta la actualidad se han producido un total de 1.197 operaciones de inversión de fondos soberanos y de fondos de pensiones capitalizando (bien sea por inversión directa, coinversión o LPs) más de 1.600 rondas de inversión de compañías y fondos tecnológicos por un valor de 392.000 millones de dólares. En 2021 se produjo una explosión de este tipo de operaciones, lideradas por los fondos de Singapur Temasek y Government Investment Corporation (GIC), Mubadala o Qatar Investment Authority, entre otros. Por ejemplo, Sequoia Capital, posiblemente el fondo de venture capital más conocido del mundo (creado e 1972) ha coinvertido en compañías ya con 9 fondos soberanos diferentes.
¿Cómo está impactando la llegada de estos fondos institucionales a la inversión en tecnología en España? Hasta el momento de forma modesta, aunque cabe ser moderadamente optimistas al respecto para los próximos años. En España los fondos soberanos cuentan con más de 40.000 millones de euros invertidos (principalmente en deuda y compañías de utilites), si bien hasta ahora la inversión en compañías ha sido muy escasa (el deliveryGlovo y la firma de recruiting Tyba), mientras que la inversión en fondos de venture capital ha sido inexistente. Las principales barreras para que el capital de los fondos soberanos llegue a la industria de venture capital español son los escasos casos en los que hasta ahora las gestoras españolas han podido mostrar rentabilidades pasadas de los fondos en marcha o cerrados, además de que en numerosas ocasiones los tramos de inversión de los fondos soberanos son superiores a lo que puede absorber el sector en España. Además, cabe destacar la ausencia de posicionamiento de España como destino de inversión en tecnología, una liga global en la que destacan principalmente actores como Estados Unidos y China, pero en la que los países del sur de Europa acusan ciertos problemas de imagen. En todo caso, se trata de una cuestión de madurez del ecosistema español de emprendimiento, y es de esperar que conforme en los próximos años continúe avanzando en capital invertido, talento atraído y compañías escaladas, los fondos soberanos comiencen también a apostar por el sector tecnológico español. Motivos sobran, y la evolución de las métricas disponibles apuntan claramente en esta dirección.