La salida al final del túnel
El ser humano, por naturaleza, es optimista: la neurobiología explica que el optimismo florece, frente a la adversidad, con una fuerte resiliencia y frente al horror de la desesperación de la enfermedad y la muerte. Ejemplos de este hecho hay muchos: el de Ana Frank, confinada durante más de dos años en pocos metros cuadrados, que sería víctima del nazismo y moriría en el campo de concentración de Bergen-Belsen, y escribía en su diario: "Me siento demasiado alegre para ser lógica, demasiado contenta con la expectativa de poder sentarme de nuevo, en octubre, en los bancos de la escuela. ¡Oh, oh! ¿No he dicho hace un instante que no hay que anticiparse nunca? ¡Perdón, perdón! No por nada me llaman 'un amasijo de contradicciones'".
Las vacunas frente a la Covid19 por sí solas pueden cambiar el rumbo de lo acontecido hasta ahora en esta crisis. El rápido desarrollo de las mismas está siendo una carrera contrarreloj que ya ha marcado un hito en la historia de la investigación biomédica. Según la OMS, hay más de 50 tipos de vacunas en la fase de Ensayo Clínico en humanos, y un buen número de las mismas en la parte final de ese desarrollo: sin embargo muchas no verán la luz y ni siquiera llegarán a comercializarse.
La eficacia, facilidad de uso, dosis necesarias, estabilidad en la reconstitución y transporte, son claves para el éxito y para que puedan llegar a toda la población. El precio final será también determinante, y la previsión de reservas de cada gobierno es fundamental. En ese sentido, dentro de la Unión Europea se ha establecido una política común de provisión y compra de dosis, lo cual nos hace dependientes y seguramente menos ágiles en la distribución y llegada a la población que otros países, como Israel, donde la vacunación masiva está resultando un éxito, disminuyendo la tasa de contagios de forma dástrica y con una tasa de reproducción por debajo de uno, lo cual permite el control de posibles nuevos casos. El seguimiento de la vacunación podemos hacerlo casi en tiempo real y nos da una idea de la inversión de cada estado en el objetivo a conseguir. Cuanto antes se complete la vacunación, antes llegará de nuevo la normalidad. Esto, para cualquier persona no especializada en economía o mercados, resuena a esperanza en el camino hacia la recuperación, afrontando el restablecimiento de la confianza en todos los sectores afectados.
A 31 de enero de 2021 se han administrado 93.885.942 dosis en 67 países, sin embargo, en otros muchos, aún no hay un plan de vacunación establecido, y tardará un tiempo en llegar. A mediados de enero, unos pocos países, que hacen el 16% de la población mundial, han comprado el 60% del total de las vacunas. Sin embargo, una luz de esperanza se abre con iniciativas globales como COVAX, que tiene como objetivo proporcionar dos mil millones de dosis de vacunas seguras y efectivas que hayan pasado la aprobación regulatoria o la aprobación de la OMS hasta finales de este 2021.
La revista Lancet ha publicado esta misma semana (30 enero 2021) un modelo estimativo del impacto de la vacunación en países en desarrollo, con el resultado de que la vacunación de diez patógenos seleccionados y cuya vacunación es la habitual en países desarrollados (virus de la hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo B, Virus del Papiloma humano, Encefalitis Japonesa, Sarampión, Meningococo tipo A, Neumococo, rotavirus, rubéola y fiebre amarilla) habrá evitado aproximadamente 70 millones muertes entre 2000 y 2030, de las cuales 37 millones se evitaron entre el año 2000 y 2019.
La necesidad de una sociedad activa de la vuelta a la normalidad pasa por la confianza en el sistema de una manera global, pero de forma específica, en los gobiernos que gestionan cada uno de los sectores afectados por la crisis. Indudablemente compleja una gestión de este tipo, con diferentes niveles de actuación y que, de forma global, debe ofrecer una respuesta en todos los aspectos dañados por la pandemia. La relación entre el número de víctimas mortales y el desempleo puede ser un indicador válido de la gestión de la pandemia y un elemento diferenciador entre los países que mejor (o peor) han gestionado la crisis del coronavirus. La iniciativa www.360smartvision.com ofrece información en tiempo real, contrastada e independiente, de la cual se pueden inferir conclusiones con nexos a todos los sectores analizados: en un mundo interconectado, los determinantes sociales, económicos y de consumo, y la salud, están fuertemente unidos.
Cada día cuenta y los pasos dados hacia el alcance de la inmunidad, cuyo nivel óptimo se sitúa en los siete días posteriores a la segunda dosis, hacen que los puntos clave para el análisis en las próximas semanas sean la bajada de ocupación en los hospitales, por un lado, y el alcance de vacunación a los grupos de población sensible, con el calendario previsto.
La actuación a nivel político ha sido dispar y el Instituto Australiano independiente de pensamiento político Lowy ha publicado un ranking de eficacia basado en criterios como la relación entre número de casos, test realizados, y el número de fallecimientos totales y por millón de habitantes. La situación de nuestro país es de las peores y, sin embargo, quizás, pueda servir de acicate para la promoción de políticas mucho más activas que mejoren la situación. Los efectos de la pandemia sobre la salud no son sólo los de la infección respiratoria, sino que van mucho más allá: tristeza, depresión, falta de control en enfermedades crónicas, retraso en el diagnóstico de tumores malignos... urge dar respuesta a todo ello.
Como las prímulas en los eneros fríos, que florecen pese a la nieve y el viento, vemos la luz al final del túnel: si viviéramos en la Tierra Media del Señor de los Anillos buscaríamos en nuestras mochilas esa linterna mágica, la Luz de Eärendil, que Galadriel entrega diciendo: que ella te ilumine en los lugares oscuros cuando las demás luces se apaguen.